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  • Torrija

    Torrija Con este artículo quiero rendir un pequeño homenaje a este humilde postre que evoca en mí, recuerdos y sabores de la infancia. Es maravilloso ver como un pedazo de pan viejo puede convertirse en este exquisito platillo; al menos lo es para mí. Precisamente así surgen las torrijas, por la necesidad de que el pan no se perdiera y poderlo reutilizar. Su creación es muy antigua, pues data de la Edad Media en España y tiene un origen muy humilde, de ahí dicha concepción. El nombre proviene del castellano antiguo turrar, que a su vez venía del latín torrere y significa tostado. Hoy en día también se le conoce con el nombre de torreja, una derivación de la nomenclatura ocurrida en América tras la conquista. En España aún se consume tradicionalmente en tiempos de Cuaresma y Semana Santa, debido a la cantidad de pan que suele sobrar en estas festividades. Básicamente la elaboración se realiza mojando el pan duro o mendrugo en leche para suavizarlo un poco, luego rebozarlo con huevo batido para que al freírlo en abundante grasa se dore; así caliente se le pone almíbar, herencia de los árabes en la península Ibérica. Existen otras recetas que bañan el pan en vino, o se fríen en aceite o manteca y en vez de almíbar se cubren con azúcar, o se bañan con miel, también pueden estar presentes la canela o vainilla infusionada con la leche. Una de las referencias más antiguas de las torrijas la encontramos en la obra de Juan del Encina (1468-1529); quien dice: “Miel y muchos huevos para hacer torrijas” indicando esta fórmula para la recuperación de las mujeres que acaban de dar a luz. En Libro del Arte de Cozina de 1607, escrito por Domingo Hernández de Maceras, cocinero del Colegio Mayor de Oviedo de la ciudad de Salamanca, España; aparecen repetidas referencias (al menos 7 veces) a las torrijas, que se usan como lo expresa el autor, para sustituir los picatostes y como guarnición en algunos platillos, incluso salados, a la usanza de la cocina árabe. En su libro Arte de cozina, pastelería, bizcochería y conservería de Francisco Martínez Montijo escrito en el año de 1611, incluye la receta de “Torrijas de pan” que transcribo a continuación: “Tomarás pan blanco mollete, y que sean los panecillos tiernos, y redondos, cortarás una docena de torrijas redondas que sean un poquito gordas, y pasarlas por un poquito de leche, y luego ráspales un poco de sal por encima: luego pondrás la sartén al fuego con harta manteca, y harás cada torrija de por sí, y batirás una docena y media de huevos, y mojarás una torrija en ellos, y tomarás con una cuchara cerrada, de manera, que vaya la cuchara llena de huevos: y echa la torrija, y los huevos, todo junto en la sartén, y la harás como una esponja: luego carga la torrija con la cuchara cerrada, y con la paleta ve recogiendo los huevos encima la torrija, y luego vuélvela con la paleta y fríase bien hasta que está un poco morena; de esta manera podrás hacer doce torrijas con los diez y ocho huevos, y luego pásalos por almíbar; y si no lo tuvieras, sírvelas con miel, y azúcar raspado por encima.” Este tipo de elaboración es conocida en diferentes países, pero el principio es el mismo. En Francia se conoce con el nombre de pain perdu, que significa pan perdido. En Estados Unidos se le conoce con el nombre de pan francés o tostada francesa, cuestión que ha creado algunas confusiones en países hispanohablantes.